viernes, 2 de marzo de 2012

"El indulto" 1964 - Luis Alemany Colome


Don Augusto, el presidente de la Cofradía 
del Luto Riguroso, avanzó hacia «El Chepa» 
rascándose la ceja sin descanso. 
-Vamos, vamos ... Usted venga conmigo 
que le diré lo que tiene que hacer ... 
-Sí, señor -asintió « El Chepa» servilmente
 caminando tras él hasta un rincón del 
vestíbulo en que se veía apoyada una cruz de 
madera negra de casi dos metros de alto-. 
¿Esta es la cruz? 
   -Sí, claro...¿Qué?. ¿Le gusta?.
-Es muy grande... -«El Chepa» se 
volvió hacia el director de la cárcel-. Don 
Ernesto, a mí no me habían dicho que fuera 
tan grande ... 
Don Ernesto se encogió de hombros con 
un gesto que quería decir: «¿Y usted que 
quiere que yo le haga, hijo mío?>
¿Cómo muy grande? ¿Cómo muy grande? 
Mayor era la que llevó el Redentor ... 
-Sí -gruñó «El Chepa»-, y la' del 
Valle de los Caídos ..." 
-¡Cállese, descarado!. ¿No ve que no pesa 
nada? Mire, mire .. , -dijo don Augusto 
intentando levantar la gruesa cruz con una 
mano y teniendo que emplear las dos para 
evitar que se derrumbase con estrépito-. 
Bueno... -' concedió mientras don Ernesto le 
ayudaba a apoyarla en la pared-, yo es que 
estoy desentrenado y además se me resbaló 
de la mano, pero para usted esto... ¡Hale, 
hale, carguera y venga conmigo!. 
«El Chepa» empezaba a arrepentirse de 
haber accedido tan fácilmente. Bien mirado, 
por cuatro días no merecía la pena' todo ese 
jaleo. Pero ahora ya estaba vestido, y no le 
parecía bien , volverse atrás. Al fin y al cabo 
ellos le hacían 'Un favor ... Cargó la cruz como 
pudo y traspuso el portalón que daba al patio. 
Allí, don Augusto hablaba febrilmente con 
los músicos mientras un murmullo de oraciones 
invadía el recinto. 

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